¿Cuántas veces hemos perdido el rumbo? Lejos de saber si es común o no, tengo que contarte que en ocaciones me he sentido perdido. Soy una persona que constantemente me veo motivado; y es genuino. Pero también muchas veces esa motivación se rompió, perdí la visión y la claridad de mi misión.
He perdido el rumbo en más de una ocación, estuve vagando por largos periodos en un mar sin respuestas.
Sin objetivos claros, sin propósito y consecuentemente remando sin fuerza y dirección.
Es difícil de entender el porqué, pero en esos momentos de fragilidad solemos llenarnos de enojo y rabia desmedida.
Nos enojamos con la vida, con quienes nos rodean, con amigos y con enemigos. Pero lo peor de todo es que nos enojamos con nosotros mismos, nos lastimamos con conversaciones internas punzantes e hirientes.
Nos debilitamos a cada segundo un poco más y perdemos el sentido de nuestras acciones.
Yo he sido víctima de mi propia persona.
Hace unos años estaba cumpliendo un sueño, estaba viviendo en oriente trabajando de lo que me apasionaba, o al menos de eso que siempre había aspirado.
Por alguna razón fui perdiendo el sentido de mi visión, volví a argentina y no tenía claro que quería con mi futuro.
Me encontré nuevamente en un país donde el DULCE DE LECHE no solo se come, también se rema. Porque cada acción requiere del doble de esfuerzo y la inestabilidad te inunda. Otra vez tenía necesidades económicas, y solo me aferraba a un pequeño proyecto (NOMADE) que había iniciado unos meses antes de partir a China.
Tenía miedo y estaba perdido, no entendía que quería de mí. No entendía dónde estaba mi futuro.
Poco a poco fui encontrando el camino, la dirección. Comprendí que una vida con un PROPÓSITO alineado a nuestras acciones es más facil de disfrutar.
Cuando le encontramos el sentido nuestras acciones; tomar desiciones, encarar proyectos y mantenernos con motivación es más simple.
Requiere de reflexión, de conocernos y sobre todo corregirnos cuando comenzamos a olvidar nuestras convicciones.
Personalmente entendí que mas allá de mi propio crecimiento, puedo ayudar a otros a enfrentar las mismas luchas que tuve, comprenderlas y ganarlas con más facilidad.
También estoy convencido que mientras más aportamos a otros, más nos ayudamos a nosotros mismos y que no somos víctimas de una vida dura y difícil.
Somos protagonistas de nuestra vida, no hay culpables. Son nuestras desiciones las que nos acercan a quienes nos pueden aportar al crecimiento personal y también es nuestra decisión la de aprender de quienes nos lastimaron y pusieron piedras en nuestros caminos.
Prof. Denis Pellizzari